En el difícil contexto cultural, social y político que siguió al término de la Segunda Guerra Mundial, caracterizado por grandes tensiones entre las democracias occidentales y los países alineados con la Unión Soviética, los educadores católicos se reunieron para reflexionar sobre los desafíos que implicaba esa nueva realidad. En suelo americano, fueron relevantes los Congresos Interamericanos de Educación Católica, celebrados en La Paz, Bolivia, en 1948, y en Río de Janeiro, Brasil, en 1951. En ellos surgió la iniciativa de crear una entidad que agrupara a las universidades católicas de Latinoamérica. Esta idea fue formalmente analizada en el Congreso de la Federación Mundial de Universidades Católicas –antecesora de la actual Federación Internacional de Universidades Católicas– realizada en Quebec, Canadá, en 1952.